Reflexiones del momento… “un poco de todo” 

 Corría el año 2000 y un buen día se me ocurrió que podía llegar a ser docente. No era algo muy alocado, más allá de que en la familia no existía ningún antecedente en la profesión, dado que surgió la oportunidad de hacerlo en el Centro Regional de Profesores (Rivera). Claro para ello debía terminar el liceo que había abandonado hacía ya algunos años por la simple razón de que debía salir a trabajar, lo que me proporcionó la oportunidad de conocer, lo que para mi fue, el verdadero significado de “pasar trabajo”. Los rubros fueron variados, desde plantar eucaliptos en una forestación, pasando por carpirlos y regarlos, cuidar jardines y construcción. Soportando las inclemencias del tiempo y a los “patrones” que en muchas ocasiones no fueron nada simpáticos. 

 La idea de acceder a una mejor calidad de vida era bastante llamativa para el momento, sin dudas que para ello debía continuar mis estudios, de todas las posibles carreras la docencia era la que más me llamaba. Fue así, entonces, que las experiencias vividas me ayudaron a darme cuenta del papel importantísimo que juega la educación en la vida del hombre. 

 Hoy, mirando a la distancia entiendo que la educación es la herramienta más importante de igualación social, a través de ella es que podemos acceder a mejores oportunidades. Entiendo también que a través de una educación igual para todos conseguimos también una sociedad más justa en la que las oportunidades lleguen a todas las personas de cualquier condición. 

Lógicamente hace algunos años atrás cuando mis padres me intentaron explicar el porqué de la educación no lo veía de esa manera. Quizás sea por ello que día a día intento explicarles a mis alumnos el porqué de la educación. Igual no estoy tan seguro que lo entiendan…Estoy seguro que al igual que yo, hace algunos años atrás, no lo ven de esa manera…Tienen cosas más importantes en que ocuparse… 

Ahora bien, tengo bastante claro que educar implica compromiso, responsabilidad, vocación y amor por lo que hacemos, pero también tengo bastante claro que ser docente no implica solo dictar horas de clase, es más que inculcar respuestas, imponer repeticiones, conceptos, fórmulas y datos, es, además de todo esto, orientar a los alumn@s a la creación y al descubrimiento que surgen de interrogar la realidad de cada día y de interrogarse permanentemente.

Por ahí ser docente también consiste en realizar vuelos de altura, sembrar utopía, estar siempre abierto a la aventura de lo desconocido, al riesgo de las cumbres, exploradores de nuevos horizontes y mundos más humanos. Es ofrecer una varita mágica a los alumn@s para que puedan volar con sus fantasías y recorrer los caminos de la imaginación.

Creo que los docentes, más allá de los posibles desencantos diarios propios de la profesión que elegimos y de trabajar con adolescentes, creemos en las personas, en los niños, en los jóvenes, adultos y entendemos que cualquier momento de la vida es bueno para emprender esta aventura maravillosa que significa la enseñanza y el aprendizaje. Estamos convencidos que el conocimiento vence muchas carencias humanas, cuya principal causa es la ignorancia. 

Me gustó mucho la respuesta de una colega cuando le pregunté el porque ser docente, muy optimista ella me respondió: “…creo que ser docente es ser un estilista de almas, un embellecedor de vidas, tenemos una irrenunciable misión de partero del espíritu de la personalidad. Es alguien que entiende y asume su misión, consiente que no se agota en impartir conocimientos o propiciar el desarrollo de habilidades y destrezas, sino que se dirige a formar personas, a enseñar a vivir con autenticidad, sentido y proyectos, con valores definidos”...